Venga, pruébalo. Es fácil.
Deja tu cuerpo y tu mente en blanco, liberados de toda presión laboral, sentimental o familiar y descárgate en tu cerebro unas sencillas instrucciones para disfrutar del juego, de cada veraniega partida.
Primera regla: deja de pensar en el tablero que has utilizado todo el año.
Quizás pasaste el año haciendo acopio de nuevas calles, hoteles, casitas o eléctricas.
Quizás sumaste nuevos integrantes a tu auto familiar o recorriste menos casillas de las que quisieras.
Da igual. Deja de seguir levantando cartas de la suerte y tirando los dados.
El cubilete y el móvil a un lado. Tu cuerpo a otro, preferiblemente bien lejos y en silencio.
Deja de repasar cada jugada anterior, de hacer balance de la partida.
Lo que pasó, pasó. Déjalo estar.
Segunda regla: la banca siempre gana.
No, aunque creas que todo vale en este refrescante y pasajero juego, no es así.
El dinero de las salidas, hoteles, regalos o caprichos no vuelve, no se reintegra al finalizar el juego.
Gastar un poco más, regalarse momentos diferentes es estupendo y necesario, pero siempre sabiendo distinguir la realidad del mero placer de jugar al verano.
Tercera regla: sé feliz tal como eres.
No te has podido ir de vacaciones o estás en el pueblo mojándote los pies en la única piscina que hay mientras tus amigos publican sus fotos de sus maravillosas escapadas exóticas, llenas de aventuras y selfies felices entre amigos.
Y qué.
No tienes ese cuerpo que te venden en todas partes. Te está pequeña la falda del verano pasado. Te sientes hinchada con este calor.
Y qué.
No has subido fotos de tu pareja y/o tus maravillosos pequeños o tus compis de buceo porque no tienes ni uno ni otro, o solo uno sin lo otro porque no llega, no se puede o no se quiere.
Y qué.
No tienes 20 ańos y lo notas. Miras a la gente más joven y te preguntas en qué momento dejaste de tener esa edad y empezar a ver la vida desde otra perspectiva.
Y qué. No te importa, no debe importarte ni en este ni en posteriores juegos.
Última regla: disfruta.
Este juego, como la vida, es corto y se hace aún más corto con los años.
Disfruta del sol, del calor o el frío, de la playa, piscina, ducha o bañera, la montaña, el parque o el atracón de series en tu salón.
De la brisa, las cańas o el helado de merienda.
Vuelve a leer. Activa tu mente más creativa: escribe, pinta, canta, haz castillos en el aire que alberguen tus sueños.
No hace falta irse lejos para jugar, aunque una breve escapada, por pequeña que sea, activa la carta de intensidad a cada jugada.
Vena, pruébalo. No es difícil.
Vive cada día como si fuera Verano.
© Jugadora1.